Dormir demasiado o muy poco, las siestas diurnas y otros patrones de sueño pueden aumentar el riesgo de desarrollar adenocarcinoma de esófago y carcinoma de células escamosas de esófago, sugieren investigadores de la Facultad de Medicina de Washington University en St. Louis, Missouri, Estados Unidos.[1]
En su estudio prospectivo, el equipo descubrió que las personas que dormían más de 9 horas por noche tenían el doble de riesgo de desarrollar adenocarcinoma de esófago después de 2 años o más (hazard ratio [HR]: 2,06), en comparación con una persona que dormía 7 horas “estándar” por noche.
Por el contrario, las personas que dormían menos de 6 horas tenían una probabilidad 21% mayor de ser diagnosticadas con adenocarcinoma de esófago y 63% más de probabilidades de tener carcinoma de células escamosas de esófago después de 2 años.
El equipo de investigación, dirigido por Yin Cao, doctora en ciencias, profesora de cirugía, extrajo datos del UK Biobank entre 2006 y 2016 sobre los hábitos de sueño de 393.114 personas y luego los siguió durante un máximo de 10 años para ver cuántos desarrollaron cáncer de esófago. Durante este tiempo, 294 personas desarrollaron adenocarcinoma de esófago y 95 fueron diagnosticadas con carcinoma de células escamosas de esófago.
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