El malestar psíquico es una dimensión de la salud que aún se mantiene estigmatizada y esto se expresa de diversas maneras en la vida cotidiana, como considerar problemas de salud mental como parte “normal” de la vida. La depresión, por ejemplo, en sus diferentes formas y grados afecta a millones de personas en el mundo y es la principal causa de discapacidad, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ante ese escenario emerge un interrogante que nos interpela: ¿Cuánto nos cuesta a nivel individual pero también como sociedades, seguir tapando, ignorando o estigmatizando los diferentes aspectos que hacen a la salud mental y al bienestar?
Un trabajo en la prestigiosa revista Scientific American, alertaba sobre un tema que se viene estudiando cada vez con mayor interés: el enorme impacto económico que ocasionaba la depresión.
En la vida cotidiana nos encontramos frente a situaciones que nos cuestionan, ponen en juego nuestros mecanismos adaptativos de confrontación, que podemos considerar desde estresantes, hasta promotoras de ansiedad (“me pone nervioso”) o inclusive traumáticas, que generan consecuencias psíquicas y físicas, tanto de ellas en sí mismas como particularmente de nuestra respuesta a las mismas.
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