
Estudios previos señalan una posible asociación entre la depresión y la obesidad. En este sentido, se ha postulado la existencia de adaptaciones anómalas en el funcionamiento de los mecanismos subyacentes a estos cuadros clínicos, los cuales se encuentran interrelacionados, y cuya permanencia en el tiempo se produciría por una potenciación recíproca.
Por ello, es necesario evaluar las repercusiones de la información genética, los procesos metabólicos, los mensajeros químicos y de comunicación celular (hormonas y citoquinas), así como determinadas regiones o estructuras cerebrales, en dicha interrelación.
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