Un estudio reciente ha revelado que realizar pausas breves para caminar durante el día puede tener un impacto significativo en los niveles de azúcar en sangre, especialmente después de las comidas. Según informó un artículo especializado de Eating Well, caminar entre dos y cinco minutos luego de comer no solo mejora la sensibilidad a la insulina, sino que también ayuda a reducir los picos de glucosa en el organismo. Este hábito, que no requiere grandes esfuerzos ni largas sesiones de ejercicio, podría ser clave para prevenir y controlar enfermedades como la diabetes tipo 2.
De acuerdo con Eating Well, la actividad física, incluso en pequeñas dosis, desempeña un papel crucial en la regulación del azúcar en sangre. Esto se debe a que los músculos, al activarse, utilizan la glucosa como fuente de energía, lo que contribuye a disminuir los niveles de azúcar en el torrente sanguíneo. Además, la actividad física mejora la respuesta del cuerpo a la insulina, la hormona encargada de transportar el azúcar desde la sangre hacia las células. Este proceso, descrito por la dietista Raksha Shah, es conocido como un “barrido de azúcar”, ya que permite que el cuerpo queme la glucosa en lugar de almacenarla.
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