La sexualidad puede ayudar a las personas a afrontar el cáncer al servirles de apoyo para lidiar con los sentimientos de angustia durante el tratamiento y contribuyendo a la mejora de su calidad de vida. Sin embargo, muy a menudo, la salud sexual queda excluida del conjunto de cuidados médicos que reciben estos pacientes.
Los problemas sexuales suelen derivar de los efectos secundarios físicos y psicológicos del cáncer y de los tratamientos que se aplican. Pérdida del deseo sexual, falta de motivación para mantener la actividad sexual, disfunción eréctil… se convierten en situaciones comunes, pero también en una fuente de trastornos psicológicos que se suman a los propios generados por la enfermedad. “Cuando hay un episodio crítico en nuestra vida, ello influye en la sexualidad, evidentemente. Es una función que se puede ver muy afectada por circunstancias que puedan alarmar como, por ejemplo, una neoplasia maligna”, indica el Dr. Pedro Lacalle, miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica y especialista en Ginecología y Obstetricia en el Hospital Universitario de Torrecárdenas, de Almería.
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