Ya hemos hablado en Infobae sobre las enfermedades psicosomáticas, sobre la relación entre los síntomas, la mente y el cuerpo cuando aún se mantiene esa idea de espacios conceptuales diferentes. Hay un síntoma central en lo psicosomático, quizás el más indefinido, que acompaña muy con frecuencia a todo otro malestar o queja en la consulta, son el cansancio, es decir, la astenia.
A menudo la idea de “no tengo fuerzas”, “no tengo energía”, “no doy más”, es la demanda central y casi exclusiva. La decodificación de ese pedido, esa demanda (muchas veces ruego) en la medida que no se trabaje de forma específica en el área, quizás subespecialidad de la astenia, se la considera relativa a la especialidad de quien lo recibió: clínico, nutricionista, cardiólogo, psiquiatra, reumatólogo etc.
Así, las respuestas adecuadas a lo que uno conceptualizó, en función del pedido, pueden ser vitaminas, algún medicamento con características estimulantes, cambio en la nutrición, evaluaciones cardiovasculares o quizás la más frecuente, medicación antidepresiva y/o ansiolítica considerando el síntoma como parte de un gran síndrome ansiodepresivo. Se calcula que una de cada cinco consultas ambulatorias de medicina general o interna está motivadas o relacionadas con la astenia.
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