Aparte de los daños sociales y familiares que provoca, el consumo de bebidas alcohólicas sin moderación afecta distintos órganos de nuestro cuerpo, específicamente el hígado, ya que es el encargado de descomponer y eliminar las sustancias etílicas.
“La mortalidad asociada al consumo de alcohol es desproporcionadamente alta entre las personas jóvenes, y se pierden cerca de 30 años de vida por muertes relacionadas a su consumo.
“La enfermedad hepática alcohólica es la causa de cirrosis más frecuente en el mundo desarrollado y constituye en la actualidad una de las diez primeras causas de muerte”, aseguran los autores de la investigación Alteraciones histomorfológicas hepáticas en un grupo de pacientes alcohólicos.
Explican los especialistas del hospital estadounidense Mayo Clinic que no está claro de qué manera este daña el hígado, ni por qué lo hace solamente en algunos bebedores, pero que se sabe que existen factores determinantes.
“El proceso del cuerpo para descomponer el alcohol produce químicos altamente tóxicos. Estos químicos activan la inflamación que destruye las células del hígado. Con el tiempo, las cicatrices reemplazan el tejido hepático sano, e interfieren con la función hepática. Esta cicatrización irreversible (cirrosis) es la etapa final de la enfermedad hepática alcohólica.
“Otros factores de riesgo incluyen el sexo, la obesidad y la genética. Las mujeres parecen presentar mayor riesgo de desarrollar hepatitis alcohólica; esto puede deberse a las diferencias en la manera en que se procesa el alcohol en las féminas. Asimismo, los bebedores empedernidos con sobrepeso tienen más probabilidades de desarrollar esta enfermedad y de avanzar a una cirrosis.
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