Los mejores yogures del supermercado que podemos consumir son aquellos que tienen dos ingredientes: leche y fermentos lácticos. Sin embargo, la mayoría de las estanterías de las secciones de lácteos se encuentran superpobladas por yogures que han sido ultraprocesados. Contienen multitud de conservantes, colorantes, pero, sobre todo, azúcares añadidos o edulcorantes. Esta profanación del yogur blanco natural de toda la vida recibió el nombre de yogur de sabores y se llevó a cabo con el fin de disimular el sabor ácido característico de este producto y convertirlo en un producto más comercial.
El yogur blanco sin azúcar es un alimento probiótico. Es decir, contiene bacterias vivas que, además, se alojan en nuestro intestino, formando lo que se conoce como la flora intestinal. Estas bacterias son positivas para nuestra salud: combaten las infecciones, ayudan a asimilar ciertos nutrientes y ahora, incluso, pueden tener una relación importante en la prevención de la aparición de cánceres intestinales. Concretamente, aquellos que aparecen en los últimos tramos de este órgano: el colon y el recto.
Los yogures de sabores también han sido parte de los menús de quienes padecían gastroenteritis. Sin embargo, hay que destacar que este tipo de yogures no son saludables. Presentan una gran cantidad de azúcares libres que motivan la obesidad, las caries y ciertos problemas metabólicos. Es decir, los beneficios de los fermentos lácticos contenidos en estos yogures se ven minimizados por los efectos negativos de estos azúcares.
Más yogur, menos adenomas
En este sentido, The British Medical Journal (BMJ) ha publicado un estudio que ha concluido que comer dos raciones de yogur a la semana puede evitar la aparición de adenomas en el intestino. Los adenomas son unas estructuras que crecen de manera anormal en el intestino y pueden devenir en un cáncer. La investigación, a su vez, se había publicado en la revista online Gut.
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