El cáncer gástrico constituye un problema sociosanitario grave para muchos países del mundo, por ser una de las enfermedades de más difícil control para su diagnóstico en etapas tempranas, por lo que tiene gran impacto en la morbimortalidad global.
A pesar de que su incidencia ha ido disminuyendo, sigue siendo uno de los tipos de cáncer más frecuente y una de las neoplasias que produce mayor mortalidad en el mundo. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2016 se atribuyeron a esta enfermedad 760 000 defunciones en todo el orbe.