El abismo del “químico”



La noche cae sobre La Ranfla, en el Consejo Popular Kilo-12, en la ciudad de Sancti Spíritus. Con un murmullo de pasos y susurros quedos, Ismael*, de 21 años, dobla la esquina y busca el punto de encuentro: un escalón roto que sirve de mostrador para la sustancia conocida como “químico”.

La luz mortecina de los faroles apenas ilumina el envase clandestino. Con manos temblorosas toma una hoja de papel impregnada en la sustancia y paga el precio acostumbrado de 300 pesos por una porción milimétrica. En ese instante, cree hallar alivio.

Meses después confesaría a Cubadebate: “De forma muy casual empecé a consumir con el grupo de amigos en la esquina del barrio”. Durante semanas la droga lo atrapó varias veces al día y admitió: “Me sentía bien, pero pronto la cosa se puso fea, vendí hasta mis prendas y me alejé de quienes quería. Todo para no quedarme sin dosis”.

Leer noticias en Cubadebate