La primera dosis mantiene su eficacia hasta al menos 90 días, incluso es recomendable retrasar hasta entonces la segunda inyección para optimizar la respuesta. Además de los síntomas, la vacuna redujo el número de casos positivos, lo que sugiere que podría ayudar a frenar la transmisión.
La Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud ha optado este jueves por reservar las primeras dosis de la vacuna de Oxford-AstraZeneca a los profesionales sanitarios y sociosanitarios en activo que no sean de primera línea. ¿Qué sabemos de ella?
Esta semana, una actualización con nuevos datos de la vacuna ha sido publicado como preprint no revisado aún por otros especialistas en la revista The Lancet. Los resultados confirman la eficacia global de la vacuna, similar a los resultados de diciembre, pero también incluyen sorpresas.
El dato más alentador es que, hasta el momento, previene por completo la enfermedad grave
La primera dosis no pierde actividad frente a los síntomas y la enfermedad grave hasta pasados al menos 90 días, lo que permitiría extender la población inmunizada antes de necesitar una segunda dosis. Contra lo que cabría esperar, la eficacia parece incluso mayor si se esperan esos tres meses. Además, el número de personas con PCR positivas se redujo aproximadamente a la mitad, lo que sugiere que podría contribuir a frenar la transmisión.
Contra la enfermedad grave
La primera publicación del ensayo incluyó 131 casos positivos, ahora se han añadido 201 más. A las dosis aprobadas, la vacuna tiene un 63 % de eficacia a la hora de prevenir los síntomas de la enfermedad, similar al 62% de diciembre. Pero el dato más alentador es que, hasta el momento, previene por completo la enfermedad grave. Una vez que habían pasado tres semanas de la primera dosis, 15 voluntarios tuvieron que ser hospitalizados, y los 15 estaban en el grupo control.
“Eso son muy buenas noticias”, comenta Marcos López Hoyos, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Marqués de Valdecilla (Santander) y presidente de la Sociedad Española de Inmunología, “ese es el objetivo principal de las vacunas, al fin y al cabo”.
Las sorpresas vinieron cuando se desgranaron los datos. El Reino Unido tomó la decisión sobrevenida de aumentar la separación entre las dosis de las vacunas hasta tres meses, lo cual motivó que los reguladores pidieran un análisis específico de qué podía suponer en términos de riesgo y eficacia. El desarrollo del ensayo, un tanto a trompicones, lo facilitó.
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