El dengue es una arbovirosis transmitida por el mosquito Aedes Aegypty que anualmente cobra vidas y enferma a muchas personas en el mundo. En lo que va de 2019 se han reportado más de dos millones de casos en las Américas.
El terrible insecto – transmisor además de zika, chikungunya y fiebre amarilla- se reproduce con facilidad en ambientes con basura, desechos sólidos y recipientes destapados que permiten la acumulación de agua.
De ahí que la Organización Mundial de Salud promueva estrategias de vigilancia antivectorial y sistemas de alerta ante los posibles brotes para buscar alternativas que reduzcan los casos, identificar los probables lugares de focos y las vías de diseminación del virus.
Otro aspecto de riesgo son las migraciones, los movimientos de turistas y de cualquier viajero que se traslada de un país a otro, pues si está infectado al ser picado puede iniciar un ciclo de propagación en el lugar al que llega.
Por eso, a pesar del esfuerzo de los gobiernos para evitar el contagio, ‘la transmisión del dengue en Suramérica y Centroamérica es intensa’, destacó a Prensa Latina el representante en Cuba de las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud, José Moya.
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